miércoles, 3 de agosto de 2005

De asilados y otras cosas

Este artículo se inició con la reciente detención del General de División Wilfredo Ramón Silva, Comandante de la Tercera División de Infantería y Guarnición Militar de Caracas, mientras hacía diligencias para asilarse en alguna legación diplomática.Es un fuerte ejercicio de imaginación, bastante contiguo con la realidad post Chávez; sobre todo tomando en consideración a los sujetos protagonistas activos de la Revolución Bolivariana.

La crónica arranca señalando los dos tipos de asilados que dejó la revolución bonita, una vez que se iniciaron los acontecimientos que concluyeron con la defenestración del régimen.Chávez como ustedes saben, se fue en volandillas. Cuando los hechos se pusieron a punto de melcocha y los ríos de gente fueron a parar al frente del Palacio de Miraflores, de la Base Aérea La Carlota y el Fuerte Tiuna; el hombre se descompensó, como dicen los sicólogos.
¡No aguantó la presión!

Ya tenía antecedentes del 4 de febrero de 1992 y del 11 de abril de 2002. Diez años de diferencia entre chorreada y chorreada, reconfirmaron después de la jornada del Reafirmazo del 28 de Noviembre, que el hombre no aguanta un traqui traqui en el tobillo.Quien primero se asiló fue José Vicente. Ese ya tenía todo preparado. La embajada de Chile le tenía preparadas habitaciones para él y para la guatita Anita, porque el tarajallo de Papi Papi andaba a salto de monte desde los días previos, cambiando de concha en concha para garantizarse su propia seguridad.Horario de ingreso, método de traslado, vehículo seleccionado, punto de infiltración, enlaces oficiales y extra-oficiales, y coordinador de la operación, habían sido dispuestos con la precisión de relojero y permitieron la incomoda posición en la embarazosa maletera del lujoso Mercedes Benz 600, de ambos desertores flemáticos y elegantes, cuando ingresaron a la legación diplomática sureña.
¡Quien lo diría!
La elegante pareja de los cócteles protocolares con las damas diplomáticas, y de las recepciones exquisitas y refinadas, de las tardes de té mundanas, de los vernissage estirados y distinguidos; encurrujados y apretados contra el gato hidráulico, el caucho de repuesto y la llave de cruz del germánico vehículo protocolar.Atrás habían quedado los arrestos revolucionarios del bizarro y arrogante José Vicente desafiando al gran poder del norte y llamando al Secretario de Estado Collin Powell, ignorante y al Presidente Bush, incapaz.Nos recordaba al Sadam Hussein de los buenos días y las malas noches irakies.El hombre horizontalizado y en posición fetal, de respiración angustiada al borde del infarto al miocardio, contrastaba con el Manuel Noriega criollo, que días antes había blandido un machete verbal para darle dos planazos a cualquier gringo o criollito que se atreviera a desafiar a la revolución bolivariana.Mas bríos estuvo derrochando Ana, aún respingada y altiva, en la celda rodante, de perfil ceñido y precipitado.Esa suerte de Ana Bolena criolla, la esposa de Enrique VIII, Rey de Inglaterra, quien en su época fue acusada de mantener relaciones con su propio hermano así como con otros tres caballeros de la cámara privada y con un músico de la corte, y de conspirar con estos hombres contra la vida del rey; sureña trastocada en Sayona negociable con la mano estirada y las esculturas de las desvergüenzas, en los despachos ministeriales de la revolución bolivariana.

El desenlace lo tenía visualizado Jotavé desde el momento que Hugo Chávez le puso seguimiento las 24 horas del día, para evitar el desangramiento de la revolución.Hugo sabía que en las primeras de cambio, el primer desprendimiento lo iba a ocasionar José Vicente; de allí al abismo un solo paso. Cuando se hiciera público el asilo diplomático del Vice – Presidente, no quedaría en su puesto ningún funcionario público de alto rango; sobre todo aquellos que sabían, disponer de rabos de paja, para enfrentar las cuentas con la candela de la justicia.De allí las alcabalas, el constante seguimiento, los telefonazos a horarios madrugadores, el rastreo paulatino y publico, el acecho electrónico, las motocicletas ronroneando en el trecho discreto del auto protocolar, la infiltración de la caravana y las moscas, las postas mimetizadas detrás de los ray ban baratos, que reportaban continuamente a la Sala Situacional de Miraflores, la situación y ubicación del número dos.

Más atrás se fueron García Carneiro, Diosdado, Baduel, Viettri Viettri, Villegas Solarte, Maniglia y señora.Al General Prieto, el Ministro de la Defensa, los vapores de la libación del día anterior, le nublaron la mente y la vista, en la desverguenza del ratón etílico. No tuvo tiempo de montar en su caballo y fue reducido, en plena faena de la recuperación onírica, después del último exceso voluptuoso.

Los únicos que se quedaron peleando fueron Freddy Bernal y Lina Ron. Creyentes de uña en el rabo de la revolución bonita, no estaban dispuestos a entregar su pellejo tan fácilmente. ¡Simplemente, pelearon!

Lucas Rincón y Belisario Landis ya habían colocado las respectivas consortes en la Republica Dominicana y desde allí, en un avión especialmente fletado por ellos y con un golpe cash, fueron a parar la carrera al Meliá Habana en pleno corazón de Miramar, en el nuevo centro de negocios de la Habana, junto a la Quinta Avenida, a 10 minutos del Casco Histórico de la Ciudad y a 15 minutos del aeropuerto internacional José Martí y a 5 minutos del palacio de Congresos y Convenciones.

Quien más lo pensó en salir en volandas, fue Raúl Baduel, quien estuvo esperando que el desenlace de los acontecimientos, le permitiera una jugada de última hora de calculado tinte oportunista, que le concediera asumir una acción protagónica, que lo reivindicaría ante la Fuerza Armada y el pueblo venezolano.Una maniobra abortada de oficiales superiores y subalternos de las unidades tácticas de la Gran Unidad de Combate (GUC) bajo su mando, destinada a prenderlo con resolución y energía para el escarmiento de futuros revolucionarios; lo obligó a disponer oportunamente del helicóptero artillado, preparado convenientemente en la parte trasera del comando, que lo llevó hasta la Base Aérea El Libertador, donde en compañía de otros valientes próceres revolucionarios en el grado de General y Coronel; abordó en menos que canta un gallo, el avión que lo trasladó hasta la antilla mayor.

Los últimos que quedaron resistiendo, como siempre, fueron los subordinados. Teniente coroneles, mayores, capitanes, tenientes y toda la gama de la jerarquía subalterna se toparon con la realidad del pusilánime liderazgo y el pánico de los comandos formales.

Los seguidores creyentes y traicionados nuevamente por el Alto Mando Revolucionario. Este estuvo desbocado por poner a buen resguardo los haberes de su entrega rebelde e interesada.

Allí estaban los que entregaron con pasión la vida, la carrera, la familia y todo el potencial de su juventud, al proyecto revolucionario de su Comandante en Jefe. Hasta que comprendieron la soledad de la traición, el erial de la huida, el desengaño ante la cobardía de sus jefes buchones y sibaritas.Unos se entregaron; con la convicción de enfrentar los procesos judiciales con la responsabilidad del soldado que cumplió ordenes y otros se escudaron en el derecho que negaron, en la opulencia del ejercicio del poder, ante legaciones diplomáticas de representación en el país.

Solos, abandonados oportunamente por jefes de dilatados bolsillos y convenientemente reforzados por cuentas en dólares, depositados en bancos en el Gran Caimán, Suiza y Panamá, la mayoría de estos muchachos creyeron de buena fe en las ofertas revolucionarias del jefe mayor, ahora convenientemente refugiado bajo la protección de su amado barbiespeso caribeño.La mayoría se trasladó hasta el sur de Florida en Estados Unidos, una vez que lograron solucionar sus problemas de permanencia en los países latinoamericanos donde lograron canalizar sus solicitudes de asilo.

Eso configuró dos tipos de asilados procedentes de la revolución bolivariana, muy bien caracterizados, pero diferenciados entre si.

El uno opulento, dispendioso en el gasto, acostumbrado a la buena vida y la francachela. El otro modesto reservado, con las estrecheces propias de quien surgió desde una condición muy humilde.El uno oportunista y gozón revolucionario, nuestro propio ricachón zamorano, se deleita en Varadero con los buenos hoteles dolarizados del litoral cubano, al compás de mulatas ardientes no deseosas de ser jineteadas, pero si de exprimirle hasta el ultimo billete verde a los García Carneiro, Melvin López, Diosdado Cabello, Viettri Viettri, Maniglia, Belisario Landis, Lucas Rincón, Cruz Weffer.El otro apenas está calificado como vigilante de nueve de la noche hasta las seis de la mañana, en la estación de servicio Shell ubicada en la calle 8 SW con la Avenida 78 pegada a la Palmetto en la ciudad de Miami en Florida o como distribuidor delivery; o surtidor oportuno de las fallas farmacéuticas, por magros salarios, convenientemente dispuestos para latinos en esa condición; la de asilados que agarran inicialmente todo lo que le ofrezcan, con tal de subsistir en Miami.

El Alto Mando Revolucionario dispone, en los hoteles previamente habilitados, de habitaciones en Servicio Real, Júnior Suites y Master Suites, todas ellas con balcón con terraza, teléfono, aire acondicionado, hilo musical, TV vía satélite con mando a distancia y acceso a Internet, caja de seguridad y refrigerador, Room Service las 24 horas, 3 piscinas, dos de ellas con jacuzzi, gimnasio, canchas de tenis, sauna y masaje, asistencia médica las 24 horas, facilidad para la práctica de deportes: Squash, golf, equitación, caza, bowling.

Los muchachos de Chávez, esos hábilmente manipulados por el Zar Barinés, duermen en colchones, oportunamente habilitados por sus compañeros y quedaban en el día a día, mientras medianamente conseguían empleos, que le pudieran dar lo elemental para subsistir, en el coloso del odiado neoliberalismo salvaje.

Un día, para nuestro Alto Mando Revolucionario en la antilla mayor, me imagino que se desenvolvería así:Las bandadas de guacamayas reales y el hervidero de pericos en los verdes follajes que circundan los parajes campestres de la fonda, no dejan que un despejado y displicente Raúl Baduel siga el ritmo ascendente de las volutas de un humeante y escrupulosamente guillotinado Montecristo, mientras disfruta de un Cuba Libre.Mientras sigue el aromático ascenso de la balsámica espiral vaporosa de la última bocanada, piensa en la Venezuela de su última reencarnación, tan distinta de los parajes germánicos del siglo XII, donde le correspondió alternar gallardamente con la corte del Rey Felipe II y cuya distinción le permitió salir bien parado de todas las situaciones que le correspondió enfrentar.

En Casa Pinar – asiento del bucólico exilio del Anacoreta de Maracay – las actividades están dirigidos a un turismo sano y ecológico. Por encontrarse a cierta distancia de la ciudad capital, en esa casa se disfruta de la belleza, tranquilidad y de todos los aromas del campo. Rodeado de hermosos paisajes campestres típicos cubanos, se tiene contacto directo con la diversa flora y fauna de ese acogedor lugar.Muy propio de las reflexiones y el recogimiento de nuestro monje de Las Mercedes del Llano.O sea un lugar perfecto para los amantes del senderismo y el ecoturismo, la reflexión, la filosofía y la resignación, el estoicismo. En fin, para que nuestro monje llanero consolide la sabiduría oriental de sus reflexiones, allende las fronteras.

Más allá de esos espacios de introspección, cavilación y meditación la figura emblemática y mundana del chavismo, Luis Felipe Acosta Carlés, se embelesa con un Partagás en los amplios corredores del Habana Riviera. Si algún hotel ha logrado conservar el refinamiento de sus primeros años, ese es el Habana Riviera. Obras del famoso escultor cubano Florencio Gelabert, sugerentes trabajos en madera y piezas artísticas de gran valor, refuerzan el seductor ambiente del inmueble, que ha cautivado a cuantas personalidades se han hospedado en él, y actuado en su famoso cabaret Copa Room tales como la bailarina Ginger Rogers, la diva Jean Fenn, los comediantes Abbot y Costello, entre otros. Paseo y Malecón, La Habana, Cuba. Lugares más propicios para una figura profana y frívola como Luis Felipe. ¡No faltaba más! ¿Qué pensaban? ¡Lo mío es la rumba y el rucaneo! ¡Nada de esas pendejadas místicas en las que teatralmente, se empeña en vendernos Raúl Isaías, para impresionar a infelices e ignorantes!

El Meliá Varadero está situado en primera línea de la playa de Varadero. A 7,5 km del municipio de Varadero y junto al nuevo Centro Comercial y de Convenciones de Varadero. A 35,5 km del aeropuerto de Varadero y a 140 km del de La Habana. Esos son los predios diarios de García Carneiro, Villegas Solarte, Maniglia y su consorte, Viettri Viettri, Cruz Weffer, el General en Jefe y su cuñado Belisario Landis. Las partidas trancadas del dominó en los espacios especialmente habilitados para los camaradas venezolanos, dominan hasta altas horas del amanecer, mientras entre trago y trago de güisqui de dieciocho años, daiquiris, mojitos, presidente, saoco e isla de Pinos y una que otra botella de champaña, para conmemorar los cuatro de febrero; inundan las cajas registradoras con billete del verde, que corre con el mismo caudal de la caña que rajan diariamente, en la grácil y primorosa compañía de Jineteras.

Entre ratón y ratón, cuando las bacanales etílicas y sexuales se los permiten, van en franca camaradería y en suerte de peregrinación a visitar al líder de la Revolución Bonita, en la ostentosa y rimbombante mansión revolucionaria en el litoral cubano.

¡Chávez está loco! ¡Esta aspirando al retorno triunfante, la aclamación, la propia entrada en hombros a Venezuela! Es la conclusión que deriva entre las cada día mas espaciadas visitas, al paranoico ex - presidente.Mientras tanto, los pendejos de la revolución, los creyentes hasta última hora, los incautos se comen un soberano cable en Estados Unidos.Triste ironía ¿No? El creyente y consecuente con la revolución fue a pasar sus días de asilado político a la cuna del imperialismo yanqui, del neoliberalismo salvaje y de la globalización; pobre y sin disponer de un dólar adicional para disfrutar de una budweisser o en ultima instancia de una“polarcita”; mientras el arribista y oportunista de ocasión, que se había montado sobre la ola robinsoniana, zamorana y bolivariana, fue a disfrutar su exilio dorado a las blancas arenas de las playas caribeñas, disfrutando de una ardiente compañía, de un buen trago de escocés, convenientemente forrado con los dólares del Plan Bolívar 2.000, de los Mercal, de la Misión Robinsón, Misión Sucre, Barrio Adentro, Misión Ribas y todas las misiones consecuencia del trasnocho y de la inspiración onírica del Bolívar de guayuco. ¿Donde? En la urna del comunismo trasnochado de la Cuba fidelista.

¡Buen provecho, camaradas!

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