martes, 20 de noviembre de 2007

La hora de las chiquiticas

En primer lugar debo decir que tengo derecho como integrante de la oposición a criticar a todo aquel que se quiera encarnar en un lider de la coyuntura. La critica constructiva arranca por decirle donde no se esta de acuerdo y donde si. Esa es la desgraciada realidad de los jefes; que están sujetos a la peor critica, la de sus liderizados.
La experiencia nuestra en nueve años de oposición a Hugo Chávez arrancó con aquel cambio de cabalgadura de los candidatos presidenciales, faltando una semana para las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1.998, cuando ganó Hugo Chávez. Desde entonces hasta nuestros actuales días todo ha pasado por indefiniciones, yerros, pifias, gazapos, inexactitudes, omisiones, olvidos, desatinos, absurdos y peores dislates que nuestros líderes observan cuando tienen el desastre encima, pero que reconocen cuando ya no hay nada que hacer.
El disparate de cambiar candidatura faltando una semana para las elecciones se desenlazó en el triunfo expedito de Hugo Chávez el 6 de diciembre de 1.998; la torpeza de embarcarnos apresuradamente con la candidatura de Francisco Arias Cárdenas en el año 2.000 facilitó la confirmación en la presidencia al Sátrapa de Sabaneta; la ignorancia política, la cobardía personal, la ingenuidad profesional y las agendas ocultas de los generales y almirantes del 11 de abril de 2.002 caracterizaron el retorno de Hugo Chávez al poder luego de las jornadas victoriosas realizadas durante ese día; la Plaza Altamira de octubre de ese mismo año, fue una reedición de esas funestas jornadas y ningún militar se impuso sobre las chiquiticas; el paro general de diciembre también fue campo abierto para las chiquiticas y nadie pudo asumirlas : esos mismos vectores, pero esta vez arrastrados por los políticos de aquella oportunidad nos llevaron al matadero del referendo revocatorio del 15 de agosto de 2.004 e impidieron revocarle el mandato presidencial a Chávez, Enrique Mendoza, el lider de aquella oportunidad reconoció públicamente haber tenido miedo; dos años después, el 3 de diciembre de 2.006, Manuel Rosales y su Comando de Campaña nos engañaron con el lema de “ganar y cobrar” y un año después de ese desastre, estamos esperando explicaciones satisfactorias sobre esos acontecimientos que permitieron la reelección del pícaro barinés.
Un análisis grueso de todas esas jornadas nos permite concluir que donde se ha fallado es a la hora de tomar decisiones en las chiquiticas. Eso se llama en las Escuelas de Estado Mayor, una Apreciación de la Situación de Conducción.
Nadie hace un plan que al término de la jornada se cumple en un cien por ciento. Sobre la marcha se van presentando situaciones bajo presión y con otro tipo de variables intervinientes que obligan al lider a tomar decisiones expeditas y sin salirse del concepto operacional con el que se diseñó la planificación original o atendiendo al objetivo que se quiere alcanzar. Yo recuerdo que en los juegos de guerra y ejercicios de simulación operacional, cuando el fragor del combate me atropellaba, los miembros del estado mayor me presionaban para que tomara decisiones, las informaciones del área operacional que llegaban al Puesto de Comando se acumulaban esperando una medida del jefe y se necesitaba una decisión oportuna, viable y que facilitara el curso, la orientación y la dinámica de las operaciones; yo apelaba a una muletilla con la que me apoyaba hasta que tuviera las luces para tomar una decisión correcta. La información que cursaba a través de los radios, teléfonos o cualquier sistema de comunicaciones disponible era “desarrolle la situación y manténgame informado”. Al menos con ella me proporcionaba un tiempo extra con mis subalternos para tomar la decisión adecuada; pero al mismo tiempo los obligaba a que en sus niveles pulieran decisiones que permitieran al jefe iluminarle su esfera de atribuciones para resolver la contingencia correctamente.
Hasta el momento, la “hora de las chiquiticas” en el proceso de ejecutar las maniobras de la oposición al régimen de Hugo Chávez ha pasado por encima de los lideres. Ninguno ha estado a la altura y se ha dejado vapulear por la coyuntura y las circunstancias.
Con miras al próximo referéndum aprobatorio a la reforma constitucional del 2 de diciembre de 2.007, los liderazgos de la oposición se han horizontalizado y vagamente emergen el del Dr. Herman Escarrá encabezando la opción de impedir el referéndum con la “Marcha sin retorno” convocada para el próximo 26 de noviembre; el del General en Jefe Raúl Baduel con su llamado a votar por el NO el próximo diciembre y la alternativa que encabeza Manuel Rosales en el Bloque por el NO.
A medida que se acerca el 26 de noviembre de 2.007 y las tropas del General Escarrá inician su movimiento desde sus Áreas de Reunión (AR) definidas inicialmente como concentración para dispersarse y empezar a ocupar los sitios desde donde se desplegarán en sus Puntos de Disloque (PD) para maniobrar a partir del lunes 26 a las 06:00 horas cuando empiecen a cruzar la Línea de Partida (LP); mas me empiezo a preocupar. La Hora de las Chiquiticas se presentará cuando los motorizados armados y las bandas armadas del régimen hagan su aparición y empiecen a hostigar la vanguardia de la oposición y en el Puesto de Comando (PC) del General Escarrá empiece a llover las informaciones de bajas de combate. Yo no creo que en ese momento la respuesta del General Escarrá y su Estado Mayor de Coordinación (EMC) para los subalternos en el Teatro de Operaciones (TO) vaya a ser “desarrolle la situación y manténgame informado”.
Pero así como me preocupo por la dinámica de la “Marcha sin retorno”, también me asalta la duda para el día 2 de diciembre de 2.007 a las 8 de la noche cuando Tibisay Lucena anuncie al país en cadena de radio y televisión que el Bloque del SI arrasó en el Referéndum Aprobatorio y las alternativas que tengan en mente Raúl Mahatma Baduel y Manuel Luther King Rosales para defender cívicamente, con resistencia pasiva y sin violencia los resultados que todos sabemos que serán mayoritariamente a favor del NO, aunque el CNE diga SI.
Como decía en otra entrega anterior, soy un abstencionista impenitente y respeto las razones que tiene cada quien en la oposición para ir a incorporarse en la “Marcha sin retorno” el próximo 26 o sumarse a votar por el NO el venidero 2 de diciembre. Creo si, que a pesar del entusiasmo que se ha mercadeado a través de los medios de comunicación para ir a votar por el NO y que se expresa en una tendencia favorable en los resultados, por encima de ambos bloques del SI y del NO, hay una gran masa escéptica (entre los cuales hay un tolete chavista) que tiene dudas acerca de la reacción del liderazgo a la hora de las chiquiticas y el momento de las definiciones. Oportunidad que se estrecha cada vez más, en la medida que nos acercamos al 26 de noviembre y por supuesto el 2 de diciembre de 2.007.
Si la “Marcha sin retorno” del 26 de noviembre no logra su cometido de impedir el referéndum aprobatorio, eso no debe verse como un fracaso de la oposición en un objetivo y; si como una fase de movilización de una vanguardia de la Sociedad Civil con miras a la siguiente del domingo 2 de diciembre, que independientemente de los resultados debe convertirse en una marcha hacia la democracia, la paz y la libertad; y sin retorno hacia el odio, la represión y el autoritarismo.
Sigo insistiendo que el momento es de Unidad, de sinergia, de encuentros y coincidencias en la oposición. Solo así, los toletes que la caracterizan, podrán enfrentar con viabilidad la hora de las chiquiticas.

Caracas, 20 de noviembre de 2.007


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