jueves, 22 de noviembre de 2007

!Agarrate de la brocha!

Había llegado demasiado lejos la misión oficial de intermediación que le había sido asignada al Presidente Hugo Chávez por el Presidente colombiano Álvaro Uribe, para el canje de los civiles y militares secuestrados por la narcoguerrilla colombiana. Demasiado camisón pa´Petra.
Un Jefe de Estado acostumbrado al matonismo arrabalero, y duro para guardar las formas diplomáticas de rigor exigidas para una tarea tan delicada como el rescate de la libertad de inocentes; arrebatados tortuosa y arteramente de uno de los derechos mas elementales y para quien sus diligencias no soportaban el mas ligero examen de maniobras, intrigas y favores políticos a sus curruñas de las FARC. En una chapucera y desastrosa jugada de botiquín que buscaba acreditar política y comunicacionalmente su imagen de estadista y la condición de beligerante a sus carnales traficantes, el Presidente Chávez dejó al descubierto sus inclinaciones, sus alianzas y lo que es peor su incapacidad para dirigir la republica y conducir los asuntos de estado.
Simplemente ocurrió lo que política, diplomática y razonablemente debía de ocurrir. Si Álvaro Uribe no tomaba la decisión de estado de suspenderle la designación oficial del carácter de mediador de Chávez y de facilitación a Piedad Córdova iba a quedar ante la comunidad internacional como un perfecto manga meada. En diversas oportunidades la lengua de yo-yo del Prócer de Sabaneta había tratado de dejar en evidencia al Presidente Uribe y puesto en riesgo la delicada tarea que le había sido asignada.
Muy poco margen de maniobra le había dejado Chávez a Álvaro Uribe. Una tarea que requiere de discreción y prudencia – esta en juego la vida de los secuestrados – nuestro locuaz presidente la dirigía, la monitoreaba y alentaba a través del Sábado Sensacional dominical de Alo Presidente, burlando toda norma de discreción y confidencialidad exigida por su poderdante. Desde los micrófonos de su maratónico dominguero le exigía a Uribe que le diera permiso y le pusiera en la frontera a Marulanda, como quien le ordena al ordenanza la limpieza de la habitación o al guardia de comando para que le trajera un café. Formas de cuartel alentadas por el felón del 4 de febrero de 1.992 contra estilos y modos de palacio que debe observar un demócrata que se conduce de acuerdo a convenciones universales y que lo exteriorizan como un hombre de estado.
Chávez no es un hombre de estado. Se conduce como en un estadio lanzando el pote de cerveza de su baja autoestima y mala educación, batido hacia la barrera del protocolo y la pompa de los asuntos de estado.
La irresponsabilidad de Chávez en el tratamiento rupestre, frívolo y banal que le dio a la mediación, tiene justificación adicional en la categoría profesional de su más inmediato colaborador en la conducción de las relaciones exteriores de la nación, el Canciller de la Republica Bolivariana de Venezuela, el señor Nicolás Maduro Moros. Para los alumnos del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, para los internacionalistas, para las escuelas de estudios políticos e internacionales de todas las universidades venezolanas, para los cursantes del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (IAEDEN), para la referencia historiográfica y académica de la Casa Amarilla, para envidia del Palacio de Itamaraty en Brasil, del Palacio de Nariño en Colombia, el Kremlin y el Departamento de Estado. ¡Que enriquecedor sería oír las posturas ceremoniales y de estilo, de nuestro prestigioso y esclarecido canciller, al sugerirle y recomendarle al Presidente de la Republica, las formas y métodos de conducir la mediación de manera de cumplir con las formulas y practicas convenidas! Toda una doctrina diplomática, que quedará como referencia académica, conceptual y teórica para nuestros diplomáticos de las generaciones rojas rojitas del futuro revolucionario; futuro revolucionario que esperamos que esté a la vuelta de la esquina para que pase raudamente por el presente y se convierta en pasado en menos que canta un gallo.
Este hombre a quien el Presidente Uribe le entregó la vida de los rehenes de la narcoguerrilla y a quien le estamos exigiendo formalidad, prudencia, educación y etiqueta en la mediación diplomática; es el mismo que besó lisamente a la Reina Sofía de España, el pasado que abrazó al Emperador japonés Akihito, el chulo que le ofreció en “Alo Presidente” de machoman al Alcalde Barreto a la Secretaria de Estado norteamericana Condolezza Rice para que le apagara los fuegos voluptuosos que había dirigido contra él; el mismo que en celo y con la libido a millón, ante las cámaras de televisión le ofreció lo suyo a Marisabel el día de los enamorados; ese mismo Atila de alpargatas que no ha dejado institución sin postrarse ante sus jupiterinas plantas, que llamó plasta al Tribunal Supremo de Justicia; que ha irrespetado la Asamblea General de las naciones Unidas con sus discursos de lunfardo y a quien SM Juan Carlos I, Rey de España le espetó interpretando el sentir de todos los venezolanos ¿Por qué no te callas?
Con ese expediente de burdel, el Presidente Álvaro Uribe le aceptó la propuesta a Hugo Chávez y lo designó mediador, a sabiendas que en algún momento la iba a poner definitivamente, como en efecto ocurrió con la llamada al Comandante General del Ejército colombiano, faltando el respeto debido y violando los asuntos soberanos de Colombia.
Por más que se busca explicación y argumentos, para dejar mejor parada a Venezuela en este bochornoso asunto con el que Hugo Chávez sale con las tablas en la cabeza, es difícil justificar y exteriorizar ante la comunidad internacional nada mas allá de la vergüenza y la pena ajena a que nos ha venido acostumbrando nuestro presidente y sus formas y lenguaje de cancha de bolas criollas.
Hace años, una sabrosa guaracha cogió ubicación preferencial en el hit parade venezolano y su letra es completamente aplicable, al desenlace de la mediación humanitaria que había provocado el mismo Hugo Chávez ante el presidente Uribe.
Cómoda y retrecheramente Chávez estaba encaramado en la escalera, pintando en la pared de la comunidad internacional la carretera a través de la cual sus compañeros de ruta de las FARC iban a agarrar la pantalla mediática y política, para tomar el carácter de beligerancia y hacer expedito el camino al poder político en Colombia.
No contaba Hugo con la astucia y la zamarreria cachaca de Álvaro Uribe de llevarse la escalera y dejarlo guindado de la brocha.
¡Agarrate de la brocha que me llevo la escalera!

Caracas, 22 de noviembre de 2.007



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