martes, 18 de diciembre de 2007

C.S.I. MIRAFLORES

El Teniente que estaba de edecán de guardia se quedó en el sitio, de la impresión. No podía dar crédito a lo que veían sus ojos. Sin embargo tenía que mantener la compostura y la sindéresis de un oficial, que era mucho pedir en ese momento. Ya había visto bastante en los predios de Misia Jacinta, pero esto que se ofrecía en panorámica en el propio Palacio de Gobierno, era para caerse para atrás. El propio presidente desnudo completamente, acompañado de William, Nicolás y Pedro; despojados estos de la pompa ministerial y también en cueros, estaban en la Suite Japonesa en una suerte de ritual mágico, acostados, con los brazos en cruz y haciendo un semi circulo en el piso, entonaban unos cánticos en una lengua extraña a su oído.

Como pudo, la curiosidad lo empujó a tomar una mejor ubicación para observar desde una posición privilegiada la suerte de liturgia que presidía el Comandante en Jefe. Era el 9 de diciembre de 2.007. El mismo día en que se adelantaron los relojes de todos los venezolanos en media hora. El teniente pensó, con esto que estoy viendo, se confirma que el reloj de Venezuela también se atrasó en casi dos siglos, desde cierto tiempo para acá.
Una música de tambores africanos, grabada, como fondo, hacía más tétrica y macabra la ceremonia. Las velas del centro del semi circulo iluminaron cuando el líder revolucionario se llevó a la boca el cuenco con la sangre tibia del gallo que acaba de sacrificar de una certera dentellada y que luego fue pasando a sus compañeros de ritual, mientras la viscosidad y calidez de la sangre del ave le chorreaba a mares por la comisura de los labios. Al centro, esperando su destino sombrío, un robusto chivato esperaba por el puñal de la liturgia en memoria del Padre de la Patria y Libertador, el General en Jefe Simón Bolívar.
De repente empezó un baile desenfrenado y atropellado en torno al robusto chivo, mientras se exteriorizaban unos cantos licenciosos sin ningún tipo de concierto; hasta que el mismo presidente desgarrando el mas tenebroso aullido que había oído el teniente, y con los ojos desorbitados mas allá de la locura, le enterró en el corazón del macho cabrío el puñal ritualistico a la bestia inocente. Allí se reinició hasta el paroxismo, el desenfreno de la ceremonia. Los cuatro empezaron a lanzar preguntas en perfecto castellano sobre la muerte del libertador.
Era un chivo padrote y por su peso y tamaño lo levantaron entre los cuatro, el líder máximo fue quien se encargó de la ofrenda a Simón Bolívar y entró en un trance casi narcótico, mientras se le salían unas expresiones gangosas y de trapo en la lengua. El Teniente solo atinó a descifrar parte de la ofrenda, mientras la locura del sacrificio retumbaba en el verbo del líder para tomar las banderas de la venganza por el asesinato del padre libertador hacia los oligarcas de Venezuela, los colombianos santanderistas y el imperio norteamericano
Luego le cortaron el órgano sexual al animal, lo degollaron y la sangre la regaron en el piso sobre la foto del Libertador Simón Bolívar que presidía la ceremonia. Le cortaron la cabeza y la colocaron en el altar improvisado del fondo de la habitación. Esto lo repitieron con los otros animales, palomas, gallinas y un robusto mastín napolitano, que esperaban turno en el protocolo. Eran las 3 de la mañana del nueve de diciembre de 2.007. A esa hora todos los venezolanos que estaban despiertos, agarraron sus relojes y atrasaron su hora en treinta minutos.
El militar miró a través de la ventana y trató de buscar la luna. No había rastros de ella en el firmamento. La noche era completamente negra, sin ninguna estrella que pudiera servir de referencia u orientación. Una noche especial para cultos de magia negra y otros rituales como el que acababa de presenciar.
El Teniente también recordó que el Presidente estaba eufórico el día anterior porque el 9 de diciembre de 2.007, cuando se hiciera el cambio de horario se conmemoraban 249 años del nacimiento de Doña Maria de la Concepción Palacios y Blanco, madre de Simón Bolívar; pero también otro aniversario de la Batalla de Ayacucho en la Pampa de la Quinua (Los Muertos), gesta de armas que encabezó el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José Sucre y que significó la libertad de América. Que cosas, ¿no? La vida y la muerte. La vida del Libertador encarnada en su madre y la muerte de la tiranía imperialista en las tierras americanas con el glorioso hecho de armas encabezado por el Abel de Colombia, como lo llamó El Libertador a Antonio José de Sucre. El Ying y el Yang bajo la égida de la luna negra. ¿Qué mejor ocasión para llevar a Venezuela al nuevo tiempo revolucionario, con la nueva hora tomando como referencia el meridiano 66 que pasa por Río Chico?. El nuevo tiempo con el nuevo hombre. Cosas de la bestia.
Ese día fue de Luna Nueva y el calculo de la posición de la luna negra fue de 225º 49’. La luna estaba en su punto más alto en relación a la tierra y en una situación de apogeo que la desaparecía de la vista de todo terrícola.
El mismo Libertador – según el maestro de la ceremonia - decidió cuándo terminar el ritual. Este le hizo una consulta en privado frente al cuadro que presidía. Ese en el cuál esta parado con el sable en la mano izquierda y la mano derecha como rascándose la tetilla izquierda, obra de José Gil de Castro y pintado en 1.825, en plena gloria de Simón Bolívar.
Cansados, estrábicos del ritual y la ceremonia, piches del ron barato con que se bañaron para purificarse previos a la fórmula del rito, ahítos de tabaco y del resplandor de las velas; William, Nicolás y Pedro, libres aún de las vergüenzas del vestido, arrastraron su desfallecimiento hacia el exterior del Salón Japonés, y pasaron al lado del edecán que se había enrollado emboscado en los largos cortinales del salón; mientras esperaban del líder los resultados de la consulta con Simón Bolívar.
La voz, aún en trance del máximo líder, los sacó del sopor de la liturgia anterior y los sacudió en la fibra revolucionaria y bolivariana. “He recibido un encargo del Padre Libertador. Me confió que fue asesinado. Nada de tuberculosis, nada de tisis, nada de catarro mal curado. Asesinato puro y simple. Vamos a convocarnos para repetir esta ceremonia en el propio sarcófago del Padre de la Patria en el Panteón Nacional. La mano de los oligarcas venezolanos, los traidores colombianos y el imperialismo norteamericano esta metida en esto”. Aturdidos aún por las exigencias ceremoniales y el ratón del miche barato y el tabaco aspirado, William, Nicolás y Pedro solo atinaron a asentir mientras los gallos de Miraflores empezaron a anunciar las luces del nuevo día.
Solo cuando las notas estrambóticas de la Diana del cuartel de las tropas de seguridad del palacio de gobierno, empezaron a sonar; el edecán emboscado en las cortinas del salón pudo salir y reponerse de la extenuación lúgubre de esa madrugada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Kaiser en alpargatas tira la cortina de humo e inmediatamente la oposición se entretiene. ATENCION: Algo trama o está ya en marcha y lanzó esto como distracción.

Eriu Brighid dijo...

EStamos muy entretenidos con las hayacas, pan de jamón, petardos etc., mientras el gorila rojo no descansa...