sábado, 15 de diciembre de 2007

!UN DESPOTA MAS!

“El avión aterrizó en Caracas a las tres de la mañana. Vi por la ventanilla la ciénaga de luces de aquella ciudad inolvidable donde viví tres años cruciales de Venezuela que lo fueron también para mi vida. El presidente se despidió con su abrazo caribe y una invitación implícita: "Nos vemos aquí el 2 de febrero". Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más.”

Gabriel García Márquez. Premio Nóbel de Literatura. “El enigma de los dos Chávez”. Revista Cambio. Enero de 1.999

Soy garciamarquiano contumaz y recalcitrante. No hay novela o escrito que salga de la pluma del excelente colombiano que no devore literalmente. Me salgo del común al decir que una de sus mejores novelas, incluso hasta más allá de “Cien años de soledad” es “El amor en los tiempos del cólera”. Cuestión de gustos y pasión literaria; pero sin llegar al nivel de la discusión, ambas retratan el genio de la prosa que hay en el nativo de Aracataca en Magdalena. Pero dejémonos de las ilusiones de la pluma y entremos en las realidades de la espada. Porque eso es Chávez, un hombre de espada en el lóbulo cerebral.
El escritor es un sicólogo natural, formado a la vera de la inspiración y la realidad. La ilusión que vende un escritor surge de la magia natural que se amalgama en la vocación de construir y manejar personalidades para sus obras y la realidad de quien se toma un trago con alguien a quien acaba de conocer pero lo desnuda en la personalidad, como a quien conoce desde hace 20 años. Entre ambas fuerzas, la realidad y la ilusión, se moldean las vigas fundacionales de la obra bajo la inspiración del autor y de allí nace el personaje que le va a dar vida a cualquiera de sus protagonistas de la novela que está escribiendo. Aureliano Buendía lo podemos encontrar en cualquiera de nuestros cuarteles o nuestros pueblos interioranos, Florentino Ariza puede retratar a cualquiera de nosotros en nuestros enamoramientos, Fermina Daza puede evocar a cualquiera de nuestras mujeres en la lealtad de sus afectos; pero yendo mas allá de García Márquez; y colocándonos en el personaje de Mario Vargas Llosa en “La fiesta del chivo”, El Generalísimo del déspota que asoló a la Republica Dominicana desde el año 1.930 hasta 1.961 puede calzarle a cualquiera de estos pichones de Sátrapa que cada cierto tiempo saltan a la palestra política, como salidos de la imaginación de los autores de “El coronel no tiene quien le escriba” o “La ciudad y los perros”.
Después de medio siglo de conocer al hombre fuerte de la isla caribeña y conociendo bastante de cerca la revolución cubana, más de una buena novela puede salir de la pluma del macondiano tomando como inspiración al nativo de Sabaneta de Barinas o a Fidel. Sin necesidad de apelar al realismo mágico de sus obras, cada trazo de García Márquez para reseñar la revolución cubana, para relatar las venturas y las miserias de 50 años de gobierno, para describir la gloria y el infierno de los hombres de la Sierra Maestra; y en particular para narrar y puntualizar con la belleza de las mariposas amarillas, el dolor y el amor del pueblo cubano; el trazo del nativo de Aracataca en las cuartillas trascenderá mas allá de su aureola mundial de las letras. Gabriel García Márquez conoce de cerca al hombre y su obra, su corazón esta con la revolución cubana. Nadie mejor que él para escribir una obra que resuma la verdad y la magia de la ilusión de lo que sueña Fidel Castro y lo que vive el cubano nacido, criado y desarrollado en ese socialismo real. El silencio de García Márquez en contar la actualidad cubana es su mejor novela de Fidel Castro y de Cuba.
Amigo desde hace más de 50 años de la revolución cubana y en especial de su emblema, Fidel Castro; el Premio Nóbel de Literatura; García Márquez sucumbió a la atención de Hugo Chávez en los días previos a asumir la primera magistratura en Venezuela.
Un viaje de regreso de Hugo Chávez en una de sus primeras peregrinaciones a la antilla mayor, a principios del año 1.999 y sin haber asumido la presidencia de la republica en que se hizo acompañar por el Gabo abrió las espitas para la imaginación. La locuacidad de aquel le hizo despertar al “reportero en reposo” la imaginación para colocar en perspectiva su experiencia de escribidor que se abría y expandía “a medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una personalidad que no correspondía para nada con la imagen de déspota que teníamos formada a través de los medios. Era otro Chávez. ¿Cuál de los dos era el real?”. Estamos hablando de 1.999 y la crónica expresa la impresión de 3 horas de conversación que dura el viaje entre La Habana y Caracas.
Tres horas de consulta le bastan a un buen sicólogo para montar una buena referencia en el sicópata o sociopata que tiene en frente, desnudándose verbalmente en el cuerpo mutilado de su victima, trepándose en la arrogancia de sus éxitos y la superficialidad de sus expresiones o simplemente escudándose en el chapoteo de sus mentiras y ficciones que le sirven de estandarte y claves de su existencia y de aberración de su biología anómala. Fueron 180 minutos de blandir la irresponsabilidad personal y moral, como pendones victoriosos en su mundo de algodón y de mercadear su impulsividad irracional y mitómana a niveles de epifanía. Cuestión de diván ¿no? La turbulencia caribeña de la travesía solo servía para que el Premio Nóbel se espabilara del asombro de la ilusión del cuento y la historieta.
Esas tres horas le bastaron a García Márquez para arrojarle luces sobre lo que sería una buena novela, mas allá de los cotas del realismo mágico de sus obras. La realidad estaba a la mano. ¿A quien interpretaba Hugo Chávez en su larga ficción de la conspiración? ¿A que personaje le robaba Tribilin la realidad de su sociopatía para montarse en su propia obra? ¿De donde sustraía el muchacho de Sabaneta de Barinas la ficción de su propia sicopatía para construir su propia Sierra Maestra en el asiento del avión? ¿Qué realidad le servía de escudo de armas al presidente electo de Venezuela para asentar su propio mito a las alturas de las nubes que atravesaba la aeronave de la Fuerza Aérea Venezolana, que los llevaba de regreso a Caracas? ¿Hasta donde lo empujaría su egocentrismo y capacidad de manipulación para construirse una realidad ajena a la verdadera, que lo pusiera en el más alto ranking de despotismo y opresión? El primer capitulo de la novela de Hugo Chávez ya estaba descrito en ese viaje desde La Habana a Caracas.
Cuarenta años después de haber escrito su novela que lo consagró “Cien años de soledad” Gabriel García Márquez acaba de publicar su novela mas corta; apenas 1 pagina, 117 palabras, 549 caracteres (sin espacios), 665 caracteres (con espacios), 1 párrafo y 8 líneas. Lo demás se lo dejó a la imaginación del lector y a la realidad del personaje que se construyó Hugo Rafael Chávez Frías en las 3 horas del viaje y casi nueve años de gobierno despótico y arbitrario.
El enigma de los dos Chávez ha quedado resuelto en nueve años de gobierno que han convertido en una novela por entregas la presidencia del déspota de Miraflores. Hugo Chávez representando el papel de Fidel Castro en Venezuela, en una adaptación de la novela de Mario Vargas Llosa “La fiesta del chivo” que promovió Gabriel García Márquez en un vuelo entre La Habana y Caracas.
Cuando se planteó el dilema de conocer con cual de los Chávez hablaba. ¿Cuál Chávez estaba en la butaca de enfrente? Hablaba con Hugo y veía a Fidel en una suerte de remedo funambulesco y grotesco. Casi un personaje de sus novelas, pero… ¿a cual aparejar? ¿Era el Coronel Aureliano Buendía? O simplemente se escapaba de la imaginación del interlocutor y se metía en las novelas de Vargas Llosa ¿Antonio El Consejero de “La guerra del fin del mundo”? ¿O el personaje central de “La Fiesta del Chivo”?
Cuando se ríe con malicia y lanza la estocada de la falacia y el artificio que montaron con el Juramento del Samán de Güere hacia su compañero de viaje, el entonces Coronel Raúl Baduel y lo embadurna con el cataplasma de la farsa ¿a quien representaba en ese gran fraude del Juramento del Monte Aventino de cartón piedra? ¿O será el viejo y paciente coronel que espera con el gallo debajo del brazo, la carta que le trae la pensión? ¿De que se jubiló Hugo Chávez? ¿De sus valores? ¿De sus principios? ¿De sus convicciones democráticas? ¿Y sus aliados de aquel entonces, que principios depusieron?
¿Verdad que es puro realismo mágico?
¿Hugo Chávez un demócrata? ¡Yo te aviso chirulí!


2 comentarios:

Anónimo dijo...

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