martes, 6 de septiembre de 2005

Las culpas de la Cuarta República

Si algo se ha demostrado en materia militar en esta coyuntura, son las culpas de la Cuarta Republica en materia de la ejecución de una errática política militar en el tema de los ascensos a las más altas jerarquías; tantas o más de lo que coloquialmente se conoce como las burradas institucionales de la Quinta. A propósito, estas burradas tienen una justificación que está dando los rendimientos esperados para sus promotores; son desaciertos para los actuales analistas de la Cuarta, pero metas y objetivos ya alcanzados para los investigadores y programadores de la Quinta. ¡Paso a explicarme!

Tantos desaciertos del periodo anterior, en la promoción de los profesionales militares a las mas altas jerarquías de la organización, no dejan de tener argumentación y razonamientos en esta coyuntura política, mas por la trocha de la omisión que por la vía de los hechos.La carrera militar es una carrera noble. Es una profesión que surge por la vía de los hechos originalmente. Tiene la estirpe de los hechos heroicos y el abolengo de la curtiembre del valor y de los principios, sobre todo la que está encaminada por la senda del cumplimiento del deber y la factura de la nacionalidad.
Fue en sus orígenes un oficio forjado inicialmente en la punta de un cuchillo rupestre, luego con una lanza, posteriormente con el sable y en la punta de una bayoneta; cuando estos no alcanzaban el pecho del combatiente enfrentado, en el disparador de un rifle y un fusil, hasta que hubo la necesidad de alcanzarlo a los lomos de una cabalgadura, hasta que nació el tanque, el avión y los misiles. Por eso es que se dice que es una labor donde priva el honor, el cumplimiento de los deberes y la construcción de la patria.

No en vano el lema de la Academia Militar de West Point y la mayoría de los institutos de formación profesional del mundo, se asientan sobre el deber, el honor y la patria.
Si pudiera dársele connotación de faro a la dirección de todos los ejércitos o fuerzas armadas del mundo; estos se direccionarían hacia el cumplimiento del deber, hacía el mantenimiento del honor y hacia la construcción de la patria.

La Academia Militar de Venezuela – el alma mater del Ejército y por extensión de toda la Fuerza Armada Nacional (FAN) - tiene como lema, la formación de hombres dignos y útiles a la patria. Un hombre digno es un hombre de honor que cumple su deber. Esa es la semilla del proceso de formación de patria.

A pesar de que su nivel universitario se alcanzó recientemente (A partir del año 1971) la carrera de las armas era para la familia venezolana una meta. Un médico, un abogado y un militar fueron los hitos que se planteaban las familias para contarse exitosamente en los logros del grupo. En los parajes andinos se incluía un sacerdote.Y era razonable. Las familias se cuidaban de tener entre sus integrantes alguien que sanara los males del cuerpo, otro que enfrentara los vicios del espíritu, las debilidades del alma las enfrentaba el pastor de la grey y las irracionalidades del clan las enfrentaba el uniformado. Hipócrates, la Constitución, Cristo y la espada. La salud, la ley, la religión y la fuerza cuando hubiera necesidad. Con eso la familia se sentía protegida. Y por extensión la sociedad alcanzaba sus estándares de protección aspirados y convenidos. ¡Nada de que preocuparse!El medico, el abogado y el cura tenían la oportunidad de curtirse profesionalmente y presentar resultados ante la sociedad. El militar por el contrario tenía que esperar su oportunidad, la guerra, el conflicto. Su chance político militar de hacer su presentación institucional y su debut profesional ante la sociedad. Y eso no es una experiencia exclusiva de los militares venezolanos.

Una de las pocas profesiones venezolanas que no tiene mucha oportunidad para la experticia, es la militar. Se puede pasar treinta años en la carrera y no tener la experiencia de un combate, de una confrontación en la que haya riesgo de vida, una pasadita por la frontera, una caminata misionada por un patrullaje de reconocimiento o de combate, una experiencia en la selva o en una unidad de cazadores; incluso, muchos jerarcas nunca tuvieron la experiencia de comandar y arribaron a los mas altos cargos en la organización castrense.La experiencia del ejercicio militar en la mayoría de los casos, se orienta a asumir realmente la teoría de la profesión a nivel académico y conceptual; y la fase de la practica o aplicación de la misma, esperar que se presente la contingencia nacional para ejecutarla, la emergencia de la movilización para calzar la bota, la incidencia del casus belli para sacar el fusil del parque y en algunas circunstancias, el cuartelazo madrugador que defenestra presidentes y gobernantes y que deja el reguero de victimas de bando y bando, en la mayoría de los casos, civiles.La institución militar venezolana de origen democrático – estamos hablando de la surgida después de la experiencia del 23 de enero de 1958 - ha nutrido su experiencia operacional político-militar del Barcelonazo, del Carupanazo, del Porteñazo, del enfrentamiento contra la guerrilla castro-comunista de los años 60 en los cinco Teatros de Operaciones activados en aquella época, de la experiencia fronteriza de la potencialidad del enfrentamiento con el vecino Colombia (Incursión de la Corbeta ARC Caldas en el Golfo de Venezuela), de la experiencia derivada de la ejecución de operaciones fronterizas en los Teatros de Operaciones 1 y 2 en Guasdualito y La Fría y antes en los Grupos de Tarea Conjuntos; para combatir al narcotráfico, la guerrilla colombiana y la ejecución de operaciones de otra índole en resguardo de la integridad territorial y la soberanía venezolana, la experiencia del 27 y 28 de febrero de 1989 (El Caracazo) y los intentos de golpe del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992.

En cada uno de estos hitos históricos venezolanos, la actuación de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) fue eminentemente institucional, en bloque corporativo, con solidaridad grupal. Un jefe ordenaba y el resto de los subalternos se limitaba a cumplir las normas operacionales, sin hacer algún tipo de análisis, sin ninguna reflexión. Esa era la base de la obediencia debida. Todos asumían que se había cumplido con la secuencia de las acciones del Comandante y su Estado Mayor para producir las decisiones.Ese filtro debería haber permitido que la constitucionalidad, la legalidad de las disposiciones se hubiera abordado en cada una de las apreciaciones que realizaba el estado mayor, incluso la del comandante. La contaminación de la ilegalidad y la inconstitucionalidad debería prender la luz roja en esa secuencia. En todo caso, lo que privaba era la confianza en los mandos, como producto del ascendiente que irradiaban.

El caso de la presentación de la Hipótesis de Caraballeda en el Teatro de la Academia Militar de Venezuela en 1981, es el más emblemático. Un Ministro de la Defensa (General de División del Ejército Tomas Abreu Rescaniere) ordenando pararse firmes (Oidoo) a todo el personal, cuando este manifestó su inconformidad con la exposición del Ministro de Relaciones Exteriores, el Doctor José Alberto Zambrano Velasco, relacionada con la Hipótesis que se iba a aprobar en la conversaciones venezolano-colombianas en el litoral central.

Ese fue un gran ejemplo de valor corporativo dejando de lado la posición tendenciosa del Ministro de la Defensa.La imaginación no da para vislumbrar un grupo de profesionales militares en la actualidad, protestando por el Proyecto Bolívar 2000, la Misión Robinsón, la Alianza Estratégica con la guerrilla colombiana, la alineación con el proyecto político cubano, la desinstitucionalizacion de la Fuerza Armada Nacional, el desmantelamiento institucional de los poderes públicos, la abierta politización de las Fuerza Armada Nacional, el convenio petrolero con Cuba y; en ultima instancias, la abierta generación de hechos para provocar un incidente militar en la frontera que nos lleve a la antesala de un enfrentamiento bélico con Colombia para desarrollar un borbotón de nacionalismo, que se nuclee alrededor de la figura de Hugo Chávez Frías.

Pero lo mas importante fue que los profesionales militares quienes tuvieron la experiencia directa de participar en la defensa de la institucionalidad en cada uno de esos hechos históricos, además de la experiencia atesorada desde el punto de vista profesional, se convirtieron en una referencia importante para la organización y además fueron ejemplos para las nuevas generaciones militares. Algunos llegaron a alcanzar altos grados y a ocupar los mas altos cargos en la organización; otros por la dinámica organizacional, desafortunadamente no.Pero asimismo muchos han sido los casos de profesionales militares cuya experiencia militar no pasó del Adiestramiento Básico de Combate (ABC) y de cargar los filos del uniforme camuflado a nivel cortante y las botas de combate pulidas hasta los cercos y por debajo de la suela; incluso se conoce el caso de profesionales de piso pulido de granito, que ejercieron los cargos de Comandante General de su fuerza sin haber “montado” un servicio de Oficial de Inspección en una unidad, un turno de ronda, menos el de Oficial de Día; son quienes ejercen profesionalmente cuando se presenta una emergencia política en el país. Mientras tanto su eficiencia castrense, su eficacia militar y su efectividad camuflada son objeto del beneficio de la duda por parte de los ciudadanos de a pie y se mantiene de esa manera, mimetizada.

Los casi 30 años de relativa calma chicha, únicamente interrumpidos por los zarpazos militares del año 1992, transcurridos desde la finalización del proceso de pacificación del país, luego de la experiencia guerrillera interna de los años 60, permitieron a las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) desarrollar un proceso de reacomodo interno y de reorganización estructural de sus demandas, especialmente las orientadas hacia su proceso académico.

Nació así el llamado Plan Andrés Bello en el sistema educativo militar que permitió a los alumnos de los institutos de formación profesional de las cuatro fuerzas (Academia Militar de Venezuela, Escuela Naval de Venezuela, Escuela de Aviación Militar y Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación) llevar sus requisitos de ingreso al sistema, con bachillerato aprobado (estamos hablando de 1971) y elevar el egreso hasta la Licenciatura en Ciencias y Artes Militares en la mención correspondiente al componente armado abordado.Esta fase académica permitió una apertura en el proceso de formación profesional que abarcó lecturas que eran prohibidas en las aulas anteriormente, temas restringidos curricularmente, materias execradas por docentes, contenidos con una gran equis prohibitiva, autores perseguidos por las líneas de contenido; se hicieron asiduos en las discusiones desarrolladas por las dinámicas grupales de aula y la apertura en el proceso de capacitación complementaria de los profesionales militares, se amplió sobremanera sin ningún tipo de limitación legal.

La persecución a quienes estudiaban en universidades se trastocó por la motivación y el estimulo corporativo, y muchos profesionales militares eran comunes en los pasillos de universidades publicas y privadas abordando carreras como Derecho, Economía, Ingeniería, Educación, etc.; hasta que se inauguró el Instituto Universitario Politécnico de las Fuerzas Armadas (IUPFAN) y esa motivación y estimulación para el profesional militar por el estudio, se hizo oficial y una línea institucional dentro de las políticas del sistema educativo de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN).Hasta allí todo estuvo perfecto.

Cuando ocurren los hechos del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, se inició en las Fuerzas Armadas Nacionales un gran proceso de análisis. Un gran procedimiento autocritico se desarrollo a nivel de la organización militar para ir hasta la médula de las causas de los hechos. Una gran investigación institucional se desarrolló al nivel del Estado Mayor Conjunto (EMC) para determinar las causas de la actuación política de un gran sector de la Fuerzas Armadas Nacionales (FAN), especialmente del Ejército – mayoritariamente – y la Aviación Militar. Una de las conclusiones a las que arribó el Ejército y en la que todo el Alto Mando Militar se nucleó solidariamente de manera automática, fue la de echarle la culpa de la actuación política del grupo de profesionales militares del 4 de febrero y 27 de noviembre; al proceso académico –el Plan Andrés Bello – y como producto de ello, el Plan Andrés Bello fue el gran pagapeo de la coyuntura.

Se presentó el ancestral antagonismo entre la espada y la pluma. Los militares siempre han culpado a la cultura de los males de la civilización. No se trata de que sean enemigos del conocimiento, se trata del enfrentamiento de la fuerza con la razón; la inteligencia contra la potencia; el cerebro contra el corazón, la pasión contra el discernimiento, las vísceras contra la mente, el impulso contra la flema, el temperamento versus la contemplación, el espíritu contra el cuerpo, ying y yang, rojo y azul, etc. y toda esa suerte de zarandajas para identificar la confrontación.

Cuando Gómez, los militares le achacaban todos los males del país a los “dotores” y el General Cipriano Castro se hizo rodear de plumarios para tener a quien achacarle las culpas de los males de la republica del brandy y el burdel.La tercera ola de Heidi y Alvin Toffler señala que existía una primera ola que era la relacionada con la revolución agrícola, la segunda ola era la relacionada con la revolución industrial o de las maquinas y la tercera ola se refería a la revolución del conocimiento, de la información. Asumo que allí estaba incluida toda la parafernalia tecnológica de Internet, de la robótica, inteligencia artificial, etc. que dan soporte al conocimiento basado en la información oportuna y en tiempo real.

Las olas de los militares venezolanos actuales se refieren a las oportunidades, la ocasión, el cazagüirismo político basado en la oportunidad, la delación; pero nada de... olas. ¡Si, de olas! Nadie puede atribuirle a nuestros uniformados contemporáneos la virtud de poseer olas. ¡De tenerlas bien puestas!

¿Cuales son las culpas achacables a la Cuarta Republica en esta desagradable experiencia política que esta sufriendo el país y por extensión, la nacionalidad venezolana? Una primera falta sería la relacionada con el grave problema de la selección de los responsables de asumir los cargos cupulares en cada una de las instituciones. Otro desliz sería el derivado de no tomar en consideración la carga moral que entraña asumir cargos de responsabilidad política. La flaqueza inmediata sería el no tomar en consideración, la trayectoria política, intelectual, moral, académica, del aspirante a ocupar los cargos. Y por ultimo, el broche sería el gran inmediatismo de la selección. Aquí cualquiera viene a jugar bolas criollas con la selección nacional y de una vez le estamos ofreciendo la Presidencia de la Republica, y si no que lo digan todos los espontáneos que se han lanzado al ruedo, como producto de la coyuntura política o el caso mas emblemático de nuestro Faraón en alpargatas. Si a eso se le hubiese puesto la lupa correspondiente, Hugo Rafael Chávez Frías aún estuviese recluido en los calabozos del Cuartel San Carlos y todos estos dinosaurios de la política que actualmente están dictando cátedra de revolución, de cambios y de nuevas propuestas políticas, formarían parte de los locatarios venezolanos a que nos tiene acostumbrados la política venezolana.

Esta experiencia política que esta sufriendo el país reviste una gran enseñanza para los encargados del proceso de toma decisiones en una etapa de transición para el enrumbamiento de la nación. Especialmente las que se orienten hacia la organización militar. Todos queremos salir de la actual pesadilla del régimen, pero nadie quiere el retorno a los estándares anteriores de la improvisación, el amiguismo y el compadrazgo corporativo.

Ahora... ¿Cuáles son las culpas de la Cuarta Republica en materia de política militar?
¡Simplemente, leamos!Hemos insistido en crónicas anteriores que los actuales institucionalistas son los oficiales denominados como chavistas. Los anteriores institucionalistas, son los actuales mercaderes de la profesión, para quienes los valores y ese tipo de necedades conceptuales e idealistas (según ellos) no representan mas allá de una referencia importante para escudar su falta de glándulas, su escasez de valor personal y la gran angustia que los carcome cada vez que Chávez los amenaza con iniciar una razzia institucional.

La Coordinadora Democrática (CD) arrastra tantas derrotas como los generales de la Plaza Altamira, ahora Alianza Militar por Venezuela (AMV). La entrega de las firmas ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) la vio el oficialismo como un combate de encuentro, la Coordinadora Democrática la mercadeó comunicacionalmente como una gran batalla; sin embargo de que valió esa marramuncia táctica ante la jugada estratégica de declarar inadmisible la solicitud del referendo ante el órgano electoral. ¡Simplemente, nada!

Mientras Chávez tenga ubicados en la acera de enfrente, este tipo de enemigos o adversarios estaremos destinados a calarnos el régimen nc²m²t (Narco-comunista-castrista-marxista-maoísta-terrorista) hasta mas allá del 2021, tal cuál como el Zar Barines-Cubano, nos tiene prometido. Esas derrotas son atribuibles ¿a que? Falta de visión, escasez de liderazgo, ausencia de estrategia, insuficiencia en el valor personal y corporativo, nulidad en la representatividad, flojera, inercia, ambigüedad, oportunismo, incapacidad profesional, ineptitud, calculo político, ñemeo financiero, y demás etcéteras que tengan que ver con lo malo de la Cuarta Republica y que permitieron el arribo de la Quinta.

Todas esas culpas de la Cuarta que han dado oxigeno a la Quinta, son atribuibles a oficialismo y disidencia en el sector militar, salvando algunas individualidades que caben en los dedos de una mano.
¡Esto es lo que se llama el propio pataleo de la Cuarta Republica!

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