domingo, 18 de septiembre de 2005

Catarsis castrense

No debo negarlo. Tengo muchas vinculaciones con el medio militar. Tengo compañeros de promoción, ahijados, amistades, alumnos, ex compañeros de trabajo, viejos profesores, superiores, subalternos, recuerdos buenos y malos, etc. Mis hijos se relacionan con los hijos de militares contemporáneos y mi esposa con otras esposas de militares. Producto eso asisto en forma rutinaria a algunas instalaciones militares; más que nada las derivadas de la previsión social; soy pobre más allá de lo solemne y no dispongo de los medios correspondientes para apoyarme fuera del IPSFA, Seguros Horizonte y las instalaciones de salud militar. Mención aparte es que soy parte de la larga estadistica de desempleados y vetado de manera permanente por la administracion publica y lo que es peor, ningún empresario escuálido me quiere emplear para no rayarse.

Otras instalaciones a las que asisto son la Fiscalía y Tribunales Militares. Con todas esas instalaciones debo cumplir obligatoriamente, por las consecuencias obvias; la cárcel y la muerte. La salud y la libertad son dos valores que hay que cuidar si queremos enfrentar el régimen de la única manera que se puede salir de una autocracia, una dictadura y un sátrapa.

Tengo que pasar necesariamente por esas instalaciones y como producto de eso, aun me relaciono con muchos militares amigos, otros no tan amigos y otros que se convirtieron espontáneamente por virtud de la revolución bolivariana en mis enemigos a muerte; a propósito, no tanto por vía mía como por la de ellos. La mayor parte de quienes me ven en esos sitios me evaden para “no rayarse”. La gran mayoría de quienes se me esconden son militares de alto grado y en cambio los subalternos se me acercan muy cordialmente y me exponen abiertamente sus pareceres sobre la situación política del país y la interna de la Fuerza Armada Nacional. Las cosas que los pueden comprometer, simplemente no las tocan ellos y yo, muy sutilmente, se las abordo.

Tengo una percepción de miedo al régimen por parte de los militares activos y retirados, de terror a los mecanismos represivos del gobierno, de pavor a la justicia militar y de pánico ante la posibilidad de una cárcel. Esa percepción es producto de la información cotidiana que me envían, de sus expresiones en las conversaciones, de sus actitudes ante la presión, sus reservas cuando son inquiridos, las conversaciones que exteriorizan y las que se guardan de manera muy discreta. Algunos simplemente mandan mensajes, por vías interpuestas y prefieren no correr riesgos.

La lengua larga de los soplones y los acusetas, cunde por todos los rincones de las instalaciones militares. En una oportunidad Chávez le dijo a un general en Mérida, que su revolución daba más valor a un teniente y a un capitán, que a un general o un coronel. ¡Y es verdad! Cuando un subalterno se escurre para Miraflores o cualquiera de las gobernaciones que ocupan militares retirados del régimen, a vender judaicamente a un superior ante esas instancias, a los pocos días cae y es mandado para su casa a la orden de la esposa.

Lo mas grave es que todos esos profesionales militares que larvan en sus domicilios, han sido incapaces de asumir una postura digna y honorable para solicitar su pase a la situación de retiro o “deliberar” privada o públicamente su situación profesional. Prefieren pasar agachados en su lar, esperando mejores oportunidades y cazando güire.
En el mes de julio, un amigo mío, general de división de la Guardia Nacional y ocupando cargo de Comandante de la División de Transportación y Mercadeo y encargado del Servicio Veterinario de su casa (Hace el transporte a los muchachos, hace mercado y saca el perro a mear todos los días), me manifestó que no se iba de baja porque aspiraba a comandar su componente. Yo le argumenté; “Si Chávez te tiene en tu casa sin cargo, es porque no eres de confianza para él ni para la revolución bolivariana, olvídate de comando”. En efecto, nombraron al General Rojas Figueroa y aún el amigo sigue ejecutando tareas domesticas y esperando la llamada de Chávez.

En la Fuerza Armada Nacional ,si viviéramos tiempos de generales romanos, alemanes o japoneses; hace mucho tiempo que muchos de los oficiales generales y almirantes que larvan comodamente en sus domicilios, sin cargos, sin responsabilidades, sin confianza hacia el gobierno y mucho menos hacia quienes disienten del régimen, sin ningún tipo de virtud o de honor hacia el alto grado que ostentan; hace mucho, pero mucho tiempo que se hubiesen cortado las venas en la tina de un baño (los romanos), hubieran ingerido la ampolla de cianuro (los alemanes) o se hubieran hecho el harakiri (los japoneses); el que menos se hubiera volado la tapa de los sesos con su pistola de reglamento (los venezolanos). Pero, como esos carajos son cobardes, parias e ilotas, prefieren lo mullido de su butaca, lo esponjoso de sus pantuflas, lo grato de la seda de su pijama, lo amistoso de su güisqui en las rocas, lo entretenido de su televisión por cable y pasar por debajo de cuerda la coyuntura política, mientras Hugo Chávez y su carnal Fidel destruyen la nacionalidad y el futuro de sus hijos. Aspiran que una situación adversa al actual régimen, apele a su neutralidad, a su “institucionalidad” y a su carácter de profesional militar; para asumir los más altos cargos en una transición post Chávez.

Repito; no puedo, no debo ni quiero negar mi vinculación con el medio castrense y a través de ella, estas son las cosas que me llegan. ¡No es ninguna imprudencia compartirlas y si me sirve de catarsis para drenar la arrechera! ¿No lo creen asi?

Otrosí: Los invito a que hagamos una lista de los profesionales militares que están en su casa sin cargo y a especular porque no han asumido una posición de coraje y resolución ante una situación tan deshonrosa y denigrante para un profesional del honor.

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