martes, 27 de septiembre de 2005

Miedo como arroz en Venezuela

Hace poco reseñe la conversación que tuve con el General de Brigada González Cárdenas y la conclusión que se ventiló, es que había miedo en la FAN, miedo en los cuarteles, miedo en los militares activos y retirados, miedo como arroz.
El frío que recorre la medula espinal de los uniformados, lo produce la activa red de información e inteligencia que ocupa todos los rincones de los cuarteles. Pero; mas allá de eso, el recelo lo ocasiona el riesgo de la cárcel y de la muerte, cuando la pasión política se lleva a los extremos. Y hasta allá está dispuesto a llegar el régimen chavista, para garantizar su sobrevivencia en el poder.
¿Hay diferencia en el miedo de los militares y el de otros actores de la coyuntura política de la actual Venezuela? ¡Honestamente, creo que no hay ninguna diferencia! ¡Tienen demasiados puntos de coincidencia! ¡Veamos!
Hugo Chávez sabe que la única manera de materializar su salida del poder es por la vía de la violencia. Por eso se ha cubierto de una coraza constitucional y legal para cerrar todas los espacios posibles a la oposición y ha deslizado opciones que lo barnizan de un brillo de legalidad y legitimidad (léase referendos y elecciones), que encandila a ciertos factores de adversos al régimen y los pone a colaborar en sus fines. Como tiene miedo, ha desmantelado moral, material e institucionalmente, el único recurso que puede defenestrarlo (la FAN) y ha previsto otras alternativas que remplacen en su función constitucional al componente armado (Reserva y Guardia Territorial) activando un mecanismo doctrinario que se llama la Guerra Asimétrica o la Guerra Total. ¿Tiene miedo Hugo? ¡Si! Si tiene miedo Chávez, tiene espanto el régimen y sus aliados.
El 11 de abril de 2002, una vez que Hugo Chávez salió del poder (por miedo); los líderes militares que tenían el poder político y militar del país (VA Héctor Ramírez Pérez, GD Efraín Vásquez Velasco, GD Carlos Alfonso Martínez) no tomaron las decisiones pertinentes ni enfrentaron la situación del momento, mención aparte de la incompetencia, la ineptitud, la ignorancia; por miedo.
El 22 de octubre de 2002, en el episodio de la Plaza Altamira, se reeditó la misma situación del 11 de abril de 2002; los jefes militares (Específicamente los generales y almirantes) sorprendieron al régimen en la decisión de atrincherarse en el obelisco de Altamira y concentraron toda la atención de la Venezuela disidente, que veía en ese acontecimiento la solución al problema político venezolano. Ese evento se fué diluyendo en la atomización de los protagonismos, en el vedettismo de sus lideres, en el inmediatismo de los actores y en la ausencia de planes. Pero lo más destacado y característico de la ausencia de desenlace en el rectángulo de Chacao, fué la reserva y la discreción con que se manejaron los fines y los objetivos; que nunca aterrizaban en la solución violenta. En síntesis, el miedo fue el elemento más importante para que la retirada cobarde y la deserción de los discursos iniciales, desocuparan esa importante plaza militar y política.
El 2 de diciembre de 2002 va a pasar a la historia política mundial, como un hito y una referencia en materia de presión y movilización popular. La mas larga y movilizada huelga petrolera a nivel mundial no logró derrocar a un régimen, a pesar de las pacificas y encantadoras movilizaciones de calle, la presión política, la denuncia a través de los medios de comunicación social y la incorporación de los mas diversos sectores de la producción nacional. Sin embargo, nadie se atrevió a planificar y ejecutar una movilización hacia el Palacio de Miraflores que hubiera desenlazado el paro y que hubiera acelerado al enculillado régimen de la ocasión. ¿Por qué? ¡Simplemente por miedo!
La historia del 15 de agosto de 2004, en el Referendo Revocatorio es harto conocida. Sin necesidad de remitirnos a la actual permanencia de Hugo Chávez en el poder; las confesiones desvergonzadas y públicas de Enrique Mendoza un año después ante los medios de comunicación, no tienen desperdicio sobre el tema y confirman la cobardía de la dirigencia de ese momento; peores son las de los otros actores de la Coordinadora Democrática (Henry Ramos, Pompeyo Márquez, Timoteo Zambrano, Alberto Quiroz, etc.) de esa oportunidad. Pero si son pésimas sus declaraciones, mas allá de esa calificación, está el hecho que un nutrido grupo de venezolanos los siga ingenuamente hacia el Gólgota del 4 de diciembre de 2005; a sabiendas que el régimen ocupará todos los espacios mayoritarios de la Asamblea Nacional, ejecutará con mayor intensidad su estrategia de ocupar todos los espacios de poder. Todo ello, en conocimiento publico de que la solución arranca con la salida de Hugo Chávez y su régimen del poder y que esta se materializa con violencia. ¿Porque no se solidarizan con esta opción?; simplemente por miedo.
¿Hay diferencia entre la cobardía de quienes dejaron de hacer en esas oportunidades y el pánico de estos que están haciendo para evadir la cárcel, el atropello de los cuerpos de seguridad, la impunidad del régimen y ampararse en la cobertura de la inmunidad parlamentaria para cobrar la jugosa dieta de la Asamblea Nacional? ¿ Hay diferencia entre la cobardia de algunos empresarios y esta de Carlos Azpurua? ¿ Es distinto el culillo de los generales y almirantes que estan en disidencia, a la de quienes estan en situación de actividad en los cuarteles? ¡Ninguna!
Entonces... ¿Cuál es el punto? Si conocemos que la salida es por la vía de la aplicación del articulo 350 de la Constitución Nacional, si sabemos que su ejecución deriva en violencia, si interpretamos que la violencia entraña heridos, muertos, detenidos, represión, candela, disparos, coscorrones, planazos, bombas lacrimógenas, allanamientos, cárcel, muerte; y además de eso que hay miedo de bando (Gobierno) y bando (Oposición); entonces, una excelente manera de desenlazar esto, es que un sector de la oposición empiece a tomar iniciativas en esa sintonía y la primera debe arrancar por solicitarle la renuncia a los candidatos a diputado, postulados por la oposición, y luego pasar a otro nivel de movilizacion. Sería una excelente manera de aislar a los oportunistas que le hacen comparsa a algunos dirigentes de anime de la oposición. Si no lo hacemos así, entonces vamos a votar mansamente el 4 de diciembre de 2005 y dejarle la vía libre al Sátrapa y su corte de dirigentes colaboracionistas y cobardes de la oposición.
No me vayan a salir con aquello de que, con tan buena voz y mandando a cantar, ni que arranque que nosotros lo seguimos, ni a calificarme de extremista o radical; mucho menos los opinadores a calificarme como una hechura del G2 cubano o que soy parte de una estrategia del gobierno para enterrarnos definitivamente. Lo medular del texto es que todos conocemos cual es la solución al problema político y que el miedo no es en este momento, una atribución exclusiva de los militares.
De repente hay miedo hasta de leerme, pero… ¿Qué estamos esperando ?

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